Qué hay tener en cuenta para cubrir todos los nutrientes y poder lograr una alimentación completa y saludable
Llevar adelante una alimentación saludable es un pilar fundamental para acompañar un tratamiento oncológico de manera adecuada, pero la forma en que se incorporen los nutrientes se puede ver afectada por diferentes factores, en relación a los distintos procedimientos médicos o de acuerdo a las características intrínsecas de cada afección.
En este contexto, y según cada situación, puede suceder tener menos tolerancia a algún alimento, que aumente la necesidad energética o también que se vea afectada la manera en que el organismo procesa y utiliza los nutrientes.
Llevar adelante una alimentación completa y personalizada sirve para:
- Obtener los nutrientes que el cuerpo necesita.
- Sentirse mejor.
- Manejar positivamente los efectos colaterales del tratamiento, en caso de experimentarlos.
- Conservar peso y evitar la pérdida de masa muscular (caquexia).
- Mantener el nivel de energía.
Ningún grupo o tipo de alimento en sí mismo puede cubrir todos los requerimientos del organismo. Una alimentación saludable es aquella que incluye los cinco grupos de nutrientes que el cuerpo necesita y también la que se adapta a las necesidades y preferencias individuales.
Los cinco fantásticos
Los cinco grupos de alimentos principales son las proteínas, los hidratos de carbono, las grasas, las vitaminas y los minerales. Cada uno cumple diferentes funciones en el organismo.
Hidratos de carbono: son la principal fuente de energía, brindan el combustible necesario para el funcionamiento adecuado de los órganos y para poder llevar a cabo las actividades cotidianas. Un bajo consumo de hidratos puede afectar el sistema inmune y llevar a estados de fatiga y desgano. Se recomienda elegir hidratos saludables; ya que gracias a sus características, promueven la salud y reducen el riesgo de enfermedades. Los encontramos en frutas, verduras, cereales integrales y legumbres.
Proteínas: son los nutrientes esenciales para que el sistema inmune trabaje correctamente. Se encargan de proveer los aminoácidos necesarios para el crecimiento en los niños y reparar tejidos en los adultos, y en el caso de una alimentación baja en calorías, brindan también energía. Las encontramos en carnes de todo tipo, huevo, lácteos, frutas secas y legumbres. Las personas que se encuentren bajo un tratamiento oncológico pueden requerir un suplemento adicional de proteínas.
Grasas: junto con los hidratos de carbono, son la otra fuente principal de energía. Proveen nutrientes y transportan vitaminas esenciales. Como existen grasas más saludables que otras, se recomienda incorporar las que se encuentran en vegetales (como aceites, semillas, palta y frutas secas) y en las grasas marinas (pescados y mariscos); consumir ocasionalmente las de origen animal (carnes grasas, embutidos y fiambres, crema, manteca) y evitar las grasas trans que provienen de margarinas y aceites hidrogenados; presentes en la mayoría de los alimentos procesados.
Vitaminas: son sustancias químicas complejas que actúan como reguladoras. En conjunto con las enzimas, son causales de reacciones en el organismo; ayudan a los glúcidos, grasas y proteínas a producir energía y participar en la síntesis de proteínas.
Minerales: se encargan de regular procesos. Por ejemplo, regulan el equilibrio de los fluidos, las contracciones musculares y los impulsos nerviosos; además dan estructura al cuerpo, no solamente dan forma a los huesos y dientes sino también a los músculos, sangre y otros tejidos corporales.

De agua somos
Más de la mitad del cuerpo humano es agua. Cada día se pierden aproximadamente entre ocho a 10 tazas de agua a través de la orina, materia fecal, respiración y transpiración. Si no se ingiere suficiente líquido o se padecen efectos colaterales al tratamiento, el organismo puede deshidratarse.
La personalización es la clave
Llevar adelante un plan nutricional integral es aquel que se adecue a los gustos y preferencias individuales, que tenga en cuenta el nivel de hidratación y descanso de cada persona; los nutrientes requeridos en función de cada necesidad individual y el estado del tratamiento en cuestión y sus posibles efectos secundarios. Esa será la clave para lograr una alimentación completa y saludable que acompañe cada situación particular y que logre una mejora positiva en la calidad de vida.