Este material es de carácter educativo e informativo únicamente, no sustituye ni reemplaza la consulta médica, y en ningún caso deberá tomarse como consejo, tratamiento o indicación médica. Ante cualquier duda deberá consultar siempre a su médico tratante.
Los tumores malignos pueden producirse por muchas causas y tienen preponderancia diversos factores. En el caso del cáncer de pulmón, el tabaquismo es el predominante.
Los cigarrillos contienen más de 7.000 químicos y, por lo menos, 70 de ellos fueron identificados como cancerígenos (capaces de provocar cáncer). Teniendo en cuenta esta información, los científicos determinaron que el tabaco es la principal causa de cáncer de pulmón.
De hecho, la mayoría de los cánceres de pulmón se presentan en pacientes fumadores o que han dejado de fumar recientemente. El aumento del riesgo es 60 veces superior en los fumadores importantes habituales (al menos dos paquetes diarios durante 20 años) que en los no fumadores.
El tabaquismo aumenta, además, el riesgo de desarrollar otros tumores en otras localizaciones: cabeza y cuello, vejiga, riñón, páncreas, cuello uterino, estómago y leucemia mieloide aguda.
A su vez, el tabaquismo pasivo (cercanía a fumadores activos) aumenta también el riesgo de desarrollar cáncer de pulmón. Incluso, puede llegar a ser el doble que en los no fumadores.
Los cigarrillos bajos en nicotina y alquitrán no disminuyen el riesgo de desarrollar cáncer de pulmón. Fumar puros y en pipa aumenta también el riesgo, pero de forma menor que el cigarrillo.
Aunque el tabaco y otras influencias medioambientales son clave en el origen del cáncer, no necesariamente todas las personas expuestas al humo del tabaco desarrollan la enfermedad. Es muy probable que la capacidad de generar cáncer a partir de estas sustancias dependa también de factores genéticos de cada individuo.
Sin embargo, es importante considerar que solo el 11% de los fumadores importantes desarrollan cáncer, por lo que también hay otros factores que predisponen al desarrollo de esta enfermedad. La exposición a sustancias como radón, amianto, rayos X, polvos que contienen arsénico, cromo, uranio, níquel, cloruro de vinilo o gas mostaza, entre otros, también son factores de riesgo. Por ejemplo, el amianto puede estar presente en construcciones antiguas.
Otro factor de riesgo que debe ser contemplado son los antecedentes familiares. Sin embargo, hasta el día de hoy, no se ha podido identificar si se debe a una causa genéticamente heredada o a la exposición al tabaco intrafamiliar.
¿Se puede prevenir el cáncer de pulmón?
La ciencia coincide en algo: lo ideal es no fumar. Es la mejor forma de prevenir el cáncer de pulmón. Para ello, hay algunas recomendaciones a tener en cuenta:
- Buscar ayuda para dejar de fumar. La cesación del tabaquismo puede ser difícil y muchas veces se requiere ayuda para poder lograrlo. Existen médicos especializados en estos tratamientos que orientan a los pacientes con distintas metodologías. Una vez que la persona deja de fumar, la disminución del riesgo de desarrollar cáncer de pulmón depende de cuántos años y cuántos cigarrillos por día haya fumado y del tiempo transcurrido desde que cesó de fumar.
- Evitar el tabaquismo pasivo. Es importante proteger de la exposición al tabaco a la gente que convive o trabaja con fumadores. Por ejemplo, tratar de no fumar en lugares cerrados, en el hogar, en oficinas, en autos, etc.
Asimismo, hay otros aspectos a considerar:
- Procurar disminuir la exposición ambiental a las sustancias tóxicas mencionadas anteriormente (radón, amianto y polvos que contienen arsénico, cromo, uranio, níquel, cloruro de vinilo o gas mostaza).
- No existen dietas que hayan demostrado científicamente disminuir el riesgo de desarrollar cáncer de pulmón. Los suplementos dietarios con vitamina E o betacarotenos tampoco han mostrado bajar las posibilidades de desarrollar cáncer de pulmón.
- Realizar actividad física y evitar el sobrepeso siempre ayuda a mantenerse saludable.
¿Qué es el screening y para qué sirve?
El Screening (tamizaje en castellano) consiste en detectar el tumor antes de que la enfermedad genere síntomas. Las personas con potenciales factores de riesgo pueden solicitar este chequeo y, ante un diagnóstico de la enfermedad, iniciar el tratamiento de forma temprana. Sin embargo, este método no tiene la misma efectividad para todos los tipos de cánceres.
Particularmente, en el cáncer de pulmón, ha llevado muchos años demostrar que realizar un screening en la población de riesgo contribuye a mejorar la sobrevida de los pacientes. Al momento, el único estudio de Screening que ha demostrado modificar la sobrevida de estos pacientes es la tomografía de tórax de baja dosis realizada anualmente. Se trata de una tomografía que utiliza baja radiación para realizar una serie de imágenes bien detalladas del pulmón. Por su parte, la radiografía de tórax, combinada o no con test de esputo (analizar en el microscopio el producto de la tos), no tiene la capacidad suficiente para detectar tempranamente el cáncer de pulmón.
Las recomendaciones de screening son dinámicas (cambian a los largo del tiempo) y pueden variar entre instituciones. Por esto, es importante que cada paciente que fuma o haya dejado de fumar haga la consulta con su médico de cabecera y discutan los riesgos y beneficios asociados al screening.
Actualmente, se recomienda la realización del screening con una tomografía de tórax de baja dosis anual a quienes cumplen con estas condiciones:
• Tener 50 o más años.
• Haber fumado durante 20 o más años y tener enfermedades respiratorias tales como: EPOC, enfisema, fibrosis pulmonar, o antecedentes familiares directos de cáncer de pulmón, u otros cánceres asociados al tabaquismo o exposición ambiental a sustancias cancerígenas.
• Continuar fumando o haber dejado de fumar en los últimos 15 años.
Si en la tomografía de screening se encontrara alguna imagen que requiriera continuar con más estudios diagnósticos, el médico tratante debe guiar al paciente en este camino. Los fumadores pasivos que no cumplen los criterios anteriores no tienen indicación de screening de cáncer de pulmón.
Como todo procedimiento médico, el screening de cáncer de pulmón no está exento de riesgos. Entre ellos, podemos considerar:
• Falsos negativos: Las imágenes pueden no detectar tumores que son aún muy pequeños y ser informadas como normales cuando, en realidad, no pudieron ser identificadas por la tomografía.
• Falsos positivos: Esto sucede cuando las imágenes adquiridas en la tomografía muestran lesiones compatibles con cáncer de pulmón, pero el paciente no lo presenta. Esta situación puede llevar al paciente a realizarse procedimientos invasivos innecesarios. En general, esta situación se da en aquellas personas que padecen nódulos pulmonares benignos (como secuelas de alguna infección o de otras causas). Esta posibilidad debe ser conversada con cada paciente antes de realizar el procedimiento.
• Sobre diagnóstico: Se pueden identificar tumores que nunca le hubieran causado síntomas al paciente porque son de crecimiento lento. Si bien este fenómeno está descripto para otros tipos tumorales, no hay claridad respecto a que suceda en el cáncer de pulmón.
• En teoría, hay un mínimo riesgo de padecer cáncer por la exposición acumulativa a las bajas dosis de radiación.
Es importante remarcar que si una persona ya presenta síntomas vinculables a cáncer de pulmón (tos, escupir sangre, falta de aire, entre otros) debe ser evaluado rápidamente por un médico y no es un candidato a pruebas de screening.