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Claves para prevenir y tratar la neumonía
Claves para prevenir y tratar la neumonía

Este material es de carácter educativo e informativo únicamente, no sustituye ni reemplaza la consulta médica, y en ningún caso deberá tomarse como consejo, tratamiento o indicación médica. Ante cualquier duda deberá consultar siempre con su médico tratante.

En los últimos tiempos, atravesados por la pandemia mundial del Covid-19, en los medios y en las redes sociales se mencionan muchos términos médicos. Entre ellos, neumonía, neumonía bilateral, infecciones, y la lista sigue. Es interesante detenerse en estos conceptos ya que, si bien la infección por Covid-19 puede derivar en una neumonía, esta patología también puede desencadenarse por otras razones. Por lo tanto, es importante conocerla y saber cómo prevenirla. 

La neumonía es una infección respiratoria aguda que afecta a uno o ambos pulmones, y puede ser de leve a potencialmente mortal. Muchos gérmenes pueden causar neumonía, pero los más comunes son las bacterias y los virus presentes en el aire. La neumonía se clasifica según los tipos de gérmenes que la causan y el lugar donde se contrajo la infección: 


1) Neumonía adquirida en la comunidad: 

Es la más común, y puede ser causada por:

- Bacterias. La bacteria Streptococcus pneumoniae es la más frecuente. Puede ocurrir por sí sola o después de haber tenido un resfrío o una gripe.

- Micobacterias. El Mycoplasma pneumoniae también puede causar neumonía. Suele ser de síntomas más leves.

- Hongos. Es más común en personas con enfermedades crónicas o sistema inmunitario debilitado y en personas que han inhalado grandes dosis de estos organismos. Los hongos que lo causan pueden encontrarse en el suelo, en el aire o en los excrementos de las aves.

- Virus. Algunos de los virus que provocan resfríos y gripe pueden causar neumonía. Un claro ejemplo de los últimos tiempos es el COVID-19. Los virus son la causa más común de neumonía en niños menores de 5 años. La neumonía viral suele ser leve, pero a veces puede complicarse.


2) Neumonía adquirida en el hospital: 

Suele ser más grave que la adquirida en la comunidad, ya que las bacterias, los virus y los hongos que pueden causarla son más agresivos. Aparece en pacientes internados y se puede presentar desde los dos días de internación hasta siete días luego del alta. Durante la estadía en un hospital, los pacientes suelen estar más vulnerables y propensos a contraer este tipo de afecciones e incluso tienen menor capacidad para combatirlas.

Representa la primera causa de infección hospitalaria en las terapias intensivas. Algunos factores que representan un mayor riesgo de contraer neumonía en este contexto son:

- Tratamientos con asistencia respiratoria mecánica.

- Enfermedades coexistentes, como disfunción cardíaca, pulmonar, hepática o renal.

- Personas adultas mayores (más de 70 años).

- Cirugías recientes (abdominal o torácica).

- Personas que presenten debilidad.

Es importante saber que los microorganismos que normalmente no generan neumonía en personas sanas, pueden causarla en personas hospitalizadas o debilitadas porque muchas de ellas tienen un sistema inmunológico disminuido.
 

3) Neumonía por aspiración:

Se produce cuando líquidos o alimentos del tubo digestivo o incluso el contenido del reflujo o vómitos pasan y penetran en los pulmones.  

¿Se puede prevenir?

Sí, con algunas de estas medidas simples. 

1) Vacunación

La mejor manera de prevenir algunos tipos de neumonía es la vacunación, tanto en los adultos de riesgo como en los niños. La inmunización protege de infecciones graves causadas por la bacteria neumococo (como neumonía y meningitis) y de sus potenciales complicaciones, aunque no evita la infección. 

En el Calendario Nacional de Vacunación, se establece la vacunación contra Neumococo Conjugada para lactantes de tres dosis (la primera a los dos meses de vida; la segunda a los 4 meses; y un refuerzo a los doce meses). También promueve la vacunación a personas mayores de 65 años y más de dos dosis (primera VCN13 y segunda VPN23) a los doce meses luego de haberse aplicado la VCN13. 

En las personas de 5 a 64 años inmunosuprimidas, se recomienda aplicar el siguiente esquema:

- 1era. dosis: vacuna conjugada 13 valente

- 2da. dosis: vacuna polisacárida 23 valente a las 8 semanas

- 1er. refuerzo: vacuna polisacárida 23 valente a los 5 años

- 2do. refuerzo: vacuna polisacárida 23 valente a los 65 años (si el primer refuerzo fue administrado antes de los 60 años)

En aquellas personas con enfermedades crónicas (diabetes, cardiopatías, etc.):

- 1era. dosis: vacuna conjugada 13 valente

- 2da. dosis: vacuna polisacárida 23 valente al año de la primera dosis

- 1er. refuerzo: vacuna polisacárida 23 valente a los 65 años (respetando intervalo mínimo de 5 años con dosis previa)

En aquellas con trasplante de médula ósea:

Inicio de la vacunación a partir de los 6 meses del trasplante con vacuna conjugada 13 valente (esquema 0, 2 y 4 meses). A los 12 meses de finalizado esquema completar con 4ª dosis con vacuna polisacárida 23 valente o conjugada 13 valente.

2) Higiene

Una forma sencilla y fundamental para protegerse de las infecciones respiratorias es mantener la higiene de manos, realizando lavados frecuentes con jabón o desinfectante a base de alcohol. Aquí encontrarás un simple instructivo de cómo hacerlo correctamente. En el caso de la neumonía adquirida en el hospital, es esencial el lavado de manos y la vigilancia que implica la higiene de los insumos que se utilizan para la ventilación mecánica, etc.

3) Otros complementos

Otra acción básica y sencilla que ayuda a prevenir la transmisión de estas infecciones es ventilar los ambientes cerrados. Asimismo, evitar el cigarrillo y mantener un sistema inmunitario fuerte – con alimentación balanceada, ejercicio, etc. – es fundamental.

4) Buenas prácticas en el ámbito hospitalario

Las acciones que puedan llevar a cabo el personal sanitario en el hospital, es fundamental. Por ejemplo, la higiene correcta de manos, la esterilización de los diversos elementos que se utilizan con el paciente, la vigilancia activa del estado del paciente, el uso de guantes, las precauciones para evitar aspiraciones, la elevación de la cabecera de la cama, la ventilación no invasiva y la prevención de la neumonía posoperatoria. 


Tratamiento

Si el origen de la neumonía es bacteriano, el tratamiento suele ser con antibióticos y la vía de administración dependerá de los antecedentes y del estado del paciente. Luego hay otras medicinas para apaciguar otros síntomas como la tos, la fiebre y el malestar. Desde ya, el descanso, la hidratación y la alimentación saludable ayudan a una recuperación más rápida. 

En la mayoría de los casos, estos tratamientos alcanzan para eliminar la infección, pero algunos síntomas, como el cansancio, pueden durar más tiempo. 

Si la neumonía se complica, entonces se podría necesitar una internación, incluso algunos pacientes pueden requerir asistencia respiratoria mecánica hasta que los pulmones puedan funcionar de manera correcta.