Este material es de carácter educativo e informativo únicamente, no sustituye ni reemplaza la consulta médica, y en ningún caso deberá tomarse como consejo, tratamiento o indicación médica. Ante cualquier duda deberá consultar siempre con su médico tratante.
El impacto del diagnóstico de cáncer, la necesidad de iniciar un tratamiento nuevo, el momento de la evaluación de la respuesta, la propia lucha contra la enfermedad, pueden generar emociones negativas como incertidumbre, ansiedad, depresión, angustia…
Estas emociones son comunes a todos los pacientes y es necesario reconocerlas para poder afrontarlas, ya que pueden impactar negativamente tanto en el paciente como en su familia.
La presión emocional que sufren las personas con cáncer puede desencadenar en estrés psicológico que, si se sostiene en el tiempo, aumenta la probabilidad de alterar la salud mental y repercutir en la calidad de vida, debilitar el sistema inmunitario y probablemente afectar el resultado del tratamiento.
Cómo reconocer el estrés
El estrés origina la liberación de hormonas como cortisol, adrenalina y noradrenalina que producen cambios en el cuerpo como la aceleración de los latidos cardíacos, inapetencia, insomnio, molestias inespecíficas como dolor de cabeza o estómago, diarrea, dificultad para concentrarse, fatiga, tristeza, cambios del humor, etc. Se debe prestar atención a estos síntomas y a su permanencia en el tiempo.
Consejos para reducir el estrés
En los últimos años se han incrementado la cantidad de publicaciones acerca de diferentes técnicas que ejercen un efecto positivo en la reducción del estrés psicológico, la ansiedad, la depresión, el miedo a la recurrencia, entre otros. Algunas de estas son:
Ejercicio: realizar actividad física aeróbica, principalmente al aire libre y en la naturaleza, puede mejorar el estrés y la calidad de vida. Además, se ha demostrado que el ejercicio tiene un efecto beneficioso sobre el sistema inmune y, en algunos tumores, existe evidencia de que aumenta la supervivencia de los pacientes. Se postula también que mejoraría los efectos secundarios provocados por los tratamientos. Se recomienda un mínimo de 30 minutos de actividad aeróbica, tres veces por semana, adaptado al estado funcional de cada paciente.
Yoga: disciplina originada en la India que busca el equilibrio entre el cuerpo y la mente a través de asanas (posturas físicas), pranayama (respiración) y la meditación. Estudios han demostrado que practicar yoga mejora la angustia, depresión, ansiedad, además de la calidad de vida, el sueño y la fatiga relacionada con el cáncer. Resulta beneficioso para el manejo del dolor, aumenta la flexibilidad y la movilidad.
Respiraciones profundas, respiración de yoga o pranayama: el objetivo es controlar la respiración y volverla consciente, manejando los ritmos y tiempos de las fases inspiratorias y espiratorias, para conseguir relajar tanto el cuerpo como la mente.
Meditación: es una forma de autorregular la mente intentando liberarla de los propios pensamientos. Existen múltiples técnicas de meditación (meditación enfocada, vipassana, meditación guiada o el mindfulness). La meditación requiere práctica y constancia, pero puede practicarla cualquier persona.
Mindfulness, atención plena o conciencia plena: es un tipo de meditación que consiste en prestar atención de manera consciente a lo que sucede en el presente. Se busca apagar el ruido de fondo que generan los constantes pensamientos por preocupaciones de la vida diaria. Por ejemplo, concentrándose en la respiración: cómo ingresa el aire por la nariz, el recorrido que realiza hasta los pulmones, cómo se mueve el cuerpo al ritmo de la respiración, etc.
Visualización guiada o imágenes mentales: consiste en imaginar situaciones y sensaciones que se conectan con emociones positivas y, de esta forma, modificar los pensamientos negativos. Visualizaciones y pensamientos positivos inducen la liberación de neurotransmisores beneficiosos para el paciente.
Relajación muscular progresiva: busca la relajación mediante una técnica que consiste en tensar los grupos musculares en orden para luego relajarlos progresivamente prestando atención en cada momento.
Tai-chi: arte marcial chino que busca una armonía entre el cuerpo y la mente. Involucra ejercicios realizados de forma lenta y concentrada.
Musicoterapia: la utilización de música por una persona calificada con un fin terapéutico. Puede ser utilizada para mejorar la ansiedad y el estrés.
Terapia asistida por animales: buscan un vínculo afectivo entre el paciente y el animal, mejorando la situación emocional de la persona en el transcurso de su proceso terapéutico.