Un resultado inesperado y un diagnóstico difícil abren un mundo cargado de sentimientos contradictorios e inesperados. Este impacto emocional provoca un quiebre de la realidad individual y desencadena un escenario incierto con sentimientos que pueden oscilar entre ansiedad, angustia y muchas veces depresión.
Los avances de la última década en los tratamientos oncológicos permitieron no sólo aumentar las expectativas de vida sino también mejorar la vida cotidiana de los pacientes. También permitieron ahondar en las cuestiones emocionales que puedan interferir en el correcto funcionamiento de los procedimientos, con el fin de poder identificar las posibles angustias y mitigar los sentimientos negativos que conlleva esta nueva situación.
Con diferentes estrategias se puede facilitar la adaptación y aceptación del diagnóstico, y así lograr que esto forme parte activa de la contienda contra la enfermedad.
Introspección
En general el ser humano no puede convivir con la incertidumbre o el miedo. Ante un diagnóstico difícil habitualmente se evade o niega lo que ocurre, y así sólo se logra perpetuar ese sentimiento e impide hallar una genuina liberación de ese malestar. Lidiar con esas emociones y ejercer un trabajo de autorregulación permite identificar si existe un involucramiento consciente, si la persona dedica tiempo para el autocuidado y si el nivel de autoestima necesita ser trabajado. A su vez, es muy importante reconocer estos sentimientos y poder identificarlos para compartirlos mediante una comunicación abierta y sincera con la red de contención que cada persona tenga a su alrededor; como la familia, amigos o el equipo médico que acompaña cada tratamiento. Este autoconocimiento favorece a la valoración personal, facilita la aceptación, colabora en el proceso emocional de cada etapa y acompaña de manera positiva al tratamiento clínico.
Entender a la crisis como una nueva oportunidad
Entender que una crisis ante un diagnóstico difícil e inesperado es una oportunidad, es viable tras haber realizado un trabajo de introspección, aceptación y mayor sensibilización de la realidad. Este proceso emocional puede ser una oportunidad para dejar atrás mecanismos habituales de evasión o rechazo que se expresan en el cuerpo a través del miedo, la angustia o el enojo y para convertirlos en amabilidad y autocompasión. Este proceso implica una comprensión integral de las emociones, dejar de lado el ideal que cada persona armó para sentirse aceptada, querida y segura y dar paso a la aceptación como un nuevo desafío y oportunidad para cambiar y mejorar la realidad que a cada uno le toca atravesar.

Escuchar las emociones
El trabajo de introspección implica pasar los miedos, inseguridades y rechazos a la parte consciente y así poder interceder ante esas emociones negativas. Escucharlas y reconocerlas permite poder trabajarlas, sentir dónde y cómo suceden y cómo se expresan en nuestro organismo, para hacerles un lugar hasta que se sientan cómodas, escuchadas y tenidas en cuenta. Sólo así pueden dejar de estar allí, a partir de la verdadera identidad, la identidad genuina, la que percibe cada día y a cada momento lo que sucede a nivel sensitivo. Al escuchar las emociones se logra distenderlas y dar lugar a la mejora positiva en el estado de ánimo general proporcionando alivio y tranquilidad.
La aceptación de las emociones es un proceso continuo en el que cada persona intenta dar significado a lo ocurrido, convertir lo intangible en tangible o hacer visible y consciente lo que sucede a nivel interno. Manejar el sufrimiento emocional permite acompañar cada tratamiento en forma positiva, solucionar inconvenientes específicos relacionados y lograr un dominio o control de los cambios producidos en pos del bienestar emocional y corporal en general.
Aclarar las dudas y dialogar sobre el tema puede brindar tranquilidad en ese proceso. En esta oportunidad, los invitamos a acceder a la Playlist #CadaMinutoCuenta donde profesionales de la salud abren conversación y nos enseñan a transitar estos miedos y a llevar el tratamiento adelante.