Este material es de carácter educativo e informativo únicamente, no sustituye ni reemplaza la consulta médica, y en ningún caso deberá tomarse como consejo, tratamiento o indicación médica. Ante cualquier duda deberá consultar siempre con su médico tratante.
La psoriasis es una enfermedad inflamatoria del sistema inmunitario que se caracteriza por presentar lesiones rojas en la piel, cubiertas por escamas blancas, secas, habitualmente localizadas en codos, rodillas, tronco y cuero cabelludo. También puede afectar las uñas, las palmas de las manos y las plantas de los pies, los labios y la zona genital (2,3).
Es una enfermedad crónica, que suele tener brotes, con exacerbaciones y remisiones, y en ningún caso es contagiosa (2,3). Puede aparecer a cualquier edad (2).
En Argentina se estima que entre el 2 y 3% de la población padece psoriasis (2).
Recibir un diagnóstico de psoriasis es impactante ya que, en algunos casos, puede generar sentimientos de ansiedad, depresión, aislamiento y afectar la autoestima de quien la padece (1). Es por eso que es esencial que el paciente afronte la enfermedad para minimizar la aparición de este tipo de situaciones a través del compromiso con el tratamiento, el autocuidado y el apoyo médico profesional (psicólogo, dermatólogo, etc.) y familiar. (1)
Además, es importante que quien la padece cuente con información fiable, conozca qué tipo de afección es la psoriasis y sepa cuáles son las situaciones con las que se puede encontrar.
¿Qué la causa?
No hay una causa específica y no es hereditaria, pero está relacionada con el sistema inmunológico. Hay una predisposición genética y múltiples factores ambientales que pueden provocar la enfermedad (2, 3).
La psoriasis surge desde el sistema inmune en unas células de la sangre llamadas linfocitos T, que normalmente ayudan a proteger el cuerpo contra infecciones y enfermedades. Pero cuando los linfocitos T se descontrolan, desencadenan respuestas celulares como la proliferación y dilatación de los vasos sanguíneos de la piel, provocando lesiones de color rojas. También se generan una proliferación de las células de la epidermis, llamadas queratinocitos (3).
El proceso normal de recambio de piel es de 30 días, pero en las personas con psoriasis dura unos cuatro, lo que causa la acumulación de células en la piel, que son las escamas blanquecinas, y la descamación exagerada que se suele ver en los afectados.
Las personas con psoriasis suelen tener lesiones en la piel de diversos tamaños, algunas enrojecidas y cubiertas por unas escamas blancas (formadas por queratinocitos) (3).
Entre los principales síntomas de la psoriasis se pueden mencionar (4):
• Desde la aparición de algunas escamas hasta erupciones en el cuerpo (depende de cada caso).
• Erupciones que varían en color y tienden a ser de tonos violáceos con escamas grises en pieles morenas o negras, o de tonos rosados o rojizos con escamas plateadas en pieles blancas.
• Pequeños puntos escamados (sobre todo en niños).
• Piel agrietada y seca (a veces sangra).
• Picazón e irritación
Tipos de psoriasis
Existen varios tipos de psoriasis (10):
Psoriasis vulgar: es la más común, con placas rojas cubiertas por escamas blancas, secas, que se desprenden fácilmente.
Psoriasis en gotas: aparecen de manera sorpresiva pequeñas lesiones rojas, con escamas blanquecinas, generalmente en niños y adolescentes, posteriores a un proceso infeccioso de vías aéreas superiores. Se ubican en el tronco y extremidades.
Psoriasis invertida: aparece con lesiones sin escamas, ubicadas en los pliegues de la piel (como axilas, inglés o debajo de las mamas).
Psoriasis pustulosa: es una forma clínica severa, infrecuente, con compromiso del estado general del paciente y por la cual se aconseja su internación.
Psoriasis ungueal (uñas): afecta a las uñas (destruye parte de la uña o debajo de ella).
Psoriasis eritrodérmica: es poco frecuente, muy severa y requiere internación. Suele aparecer como consecuencia de tratamientos incorrectos o de infecciones y se presenta con una coloración roja generalizada que compromete entre el 80% y la totalidad de la superficie corporal.
Artritis psoriásica: ¿qué es?
Entre el 10 y el 30% de las personas con psoriasis pueden desarrollar artritis psoriásica, la cual puede manifestarse en cualquier momento, aunque habitualmente sucede entre los 30 y los 50 años. No hay manera de prevenirla, pero es más común en aquellos con cuadros más severos y con afectación ungueal (9).
La artritis psoriásica afecta fundamentalmente a las articulaciones de los dedos de manos y pies, la columna lumbar y sacra, las muñecas y las rodillas. En algunos casos, si no se trata, puede provocar daños irreversibles en las articulaciones (9).
Entre los síntomas más comunes aparecen: dolor, rigidez e hinchazón en las articulaciones (5).
Cómo se trata:
No existe un tratamiento que cure definitivamente la psoriasis, pero sí hay opciones terapéuticas que controlan y hasta hacen desaparecer las lesiones y los síntomas. Estos dependerán de algunos factores como el tipo y gravedad de la enfermedad, el estilo de vida de la persona, otras enfermedades que tenga, su edad y sus decisiones sobre los mismos (6).
Si la psoriasis solo afecta a la piel, entonces debe intervenir un dermatólogo (2) quien podría recetar cremas para la piel con el fin de mejorar o eliminar lesiones; recomendar exposición a la luz ultravioleta (fototerapia) y, si la psoriasis es intensa podría prescribir medicamentos orales, subcutáneos, intramusculares o intravenosos (tratamientos sistémicos). (6)
En el caso de que sea articular, entonces debe intervenir reumatólogo (2). El tratamiento se centra en controlar la inflamación de las articulaciones afectadas para evitar el dolor a través de medicamentos desinflamatorios, antirreumáticos; fisioterapia y terapia ocupacional (7).
Entre algunas de las acciones que podrían recomendar están (8):
• Mantener la actividad laboral.
• Evitar el sobrepeso.
• Descanso en sitios confortables.
• Ejercicio moderado.
